Se convirtieron en niñas cuando decidieron ponerse una sábana como vestido, usar zapatos con tacones en los que nadaban sus pies y tener la boca pintada con el labial de su madre. Querían ser reinas de belleza, pero eran niños. Varones. Hoy, son ransformistas. "Hombres que personificamos a mujeres en el escenario", según Charlotte Schneider Callejas, una transgénero cubana que vive en Bogotá.
Sus carreras fueron homenajeadas por la revista Travel Club LGBT, que les otorgó el título de divas. Incluso, ya tienen una línea especial de zapatos para transformistas, con tacones femeninos y hormas masculinas. Se llama En Los Tacones de Loretta. Y otra firma trabaja en una marca de ropa.
En los ochenta, sus historias parecían las de los superhéroes que ocultan su identidad. Fueron perseguidas, acusadas y censuradas. Ahora, tienen sus propias escuelas, en las que enseñan su arte a quienes quieran asumir otro rol por una noche o participar en algún reinado. Y en Bogotá, una transformista logró llegar a un cargo público en el 2007.
"Yo cambié el blanco y negro del transformismo: lo volví tecnicolor", dice Madorylin Crawford, una de las más reconocidas transformistas de la ciudad, cuyo nombre es una mezcla de sus fuentes de admiración: Marilyn Monroe y Madonna.
Comenzó en los 90, cuando solamente se usaban vestidos largos e impuso la moda de los botines, la ropa corta y los ligueros, al estilo de Madonna. Ya lleva 20 años en el transformismo. "Cuando empecé, se imitaba a Sara Montiel, María Félix y Celia Cruz, y se escuchaban la balada y la ranchera de Karen Mitchel y la Lupe (otros dos transformistas)".
Cuando es Mario Fernando Urbano, su nombre de pila, se dedica a pintar cuadros y su especialidad son los desnudos. "Soy otra persona, no me afeito ni vivo a la moda, y entre tanto, Madorylin está en el baúl".
Hoy, junto con Roxana Miranda, a quien prepara como su sucesora, creó una casa para formar transformistas. A su 'casa de reinas', como la llama, puede acudir cualquiera, sin importar su sexualidad. "Tenemos a 38 personas apadrinadas y creo que hay que enseñarles que esto es más que canutillo y tacón".
Es aprendiz de Madorylin, tiene 27 años y antes de ser transformista estudiaba teología y filosofía en una comunidad religiosa pues quería ser sacerdote hasta que el delineador en los ojos delató su trabajo como transformista.
Se presentó por primera vez en el bar La Pantera Roja y, esa noche, ganó 1 millón de pesos. "Doblar una canción y posar en un escenario me pareció muy artístico. Como admiramos a las divas de la canción, nuestro vestuario está lleno de peluche y brillantes", dice.
Su estilo es ochenteno clásico y su fuerte son los tangos. Participó en la película Buscando a Miguel y su meta es darse a conocer en el mundo heterosexual por eso montó una 'casa de maquillaje para reinas' con su nombre Roxana Miranda.
Espera que la generación que viene vaya más allá de cantar y actuar. "Por ahora, estoy trabajando un proyecto de un corto de la versión travesti de Los Victorinos. Cuando lo decida, Roxana tendrá una muerte con estilo".
A los 16 años, Alejandro Quintero decidió ser transformista y desde el comienzo se bautizó artísticamente Adela Ferrer, una mezcla entre Adela Noriega y Lupita Ferrer. Al comienzo, era conocida como 'la Shakira llanera', pues es hija del cantante de música llanera Hernán Quintero, quien es sobrino del fallecido barítono colombiano Carlos Julio Ramírez.
Al mismo tiempo que descubrió su homosexualidad, entró a estudiar al conservatorio de la Universidad Nacional. "Canto a viva voz (no hace mímica). Desde que era niño, lo aprendí a hacer porque estaba rodeada de artistas". Cuando pudo manejar los tacones, participó en eventos como La Espada de Ulises, en Cali, donde interpretó el popurrí llanero 'Yo soy Venezuela' de Nancy Ramos. Lleva 17 años cantando, ahora como travesti con silicona, y hace dos años fue aspirante al Concejo de Bogotá por la lista del Partido Verde Opción Centro.
Cuando Fidel Castro estaba al frente del Gobierno cubano, la homosexualidad se penalizaba, dice Charlotte Schneider Callejas, quien 18 años atrás vivía en La Habana y se llamaba Carlos Alejandro Díaz Martínez. "Uno tenía que ser macha o macha, no hembra en cuerpo de hombre. En la estación de Policía, me arrancaban la peluca, me echaban agua y algunos querían abusar sexualmente de mi", recuerda.
'La Popi', una popular transformista cubana, le enseñó a representar a Annia Linares y, con el tema A mi manera, se abrió paso en el género. "Ahora es diferente porque en Cuba no había recursos ni para usar tacones. Recuerdo que a los zapatos les echábamos pegante y vidrio molido para que brillaran y los vestidos los hacíamos de papel. Cuando llegué a Bogotá, ya existía una casa de transformistas con el nombre de Linda Lucía Callejas", dice.
'La Cubana', como la llaman, estudió bioquimica y se especializó en educación para la salud sexual. Asumió el rol activista en Latinoamérica, fue secretaria de la Asociación Internacional LGBT y consultora de Género y Diversidad de la Secretaría Distrital de Salud. Sorprendió a quienes pensaban que sólo podría ser prostituta o estilista, pues es la primera transformista en Colombia que logró un cargo público.
Cuando Shirley Anahy Liñan Osorio camina, los hombres voltean a mirarla, muy pocos se dan cuenta de que es un travesti. Esta costeña, que nació como hombre en Santa Marta, tiene el cuerpo curvilíneo que desearía cualquier mujer a los 23 años. Además, aprendió a bailar como Shakira y la imita como 'Gayshira' en el bar Theatron, de Bogotá.
"Mi papá quería que fuera una estrella de fútbol, me inscribió en una escuela y solamente fui dos días. En cambio, estaba en cuanta obra de teatro hacían en mi colegio". Ha sido Miss Teen , Chica Met y Miss Colombia Gay. "Mi mamá es de las que les muestra el álbum a las visitas, se sabe el nombre de los reinados y cuida todas las coronas".
Ahora, es la modelo oficial de la marca En los Tacones de Loretta, que lanzó un calzado con empeine y forma del pie especial para transgeneristas. "Me toca ir a desfiles, me regalaron botas y sandalias. En otra época, esto no sería posible, es otro 'show'".
Sus carreras fueron homenajeadas por la revista Travel Club LGBT, que les otorgó el título de divas. Incluso, ya tienen una línea especial de zapatos para transformistas, con tacones femeninos y hormas masculinas. Se llama En Los Tacones de Loretta. Y otra firma trabaja en una marca de ropa.
En los ochenta, sus historias parecían las de los superhéroes que ocultan su identidad. Fueron perseguidas, acusadas y censuradas. Ahora, tienen sus propias escuelas, en las que enseñan su arte a quienes quieran asumir otro rol por una noche o participar en algún reinado. Y en Bogotá, una transformista logró llegar a un cargo público en el 2007.
Madorylin, una madre
"Yo cambié el blanco y negro del transformismo: lo volví tecnicolor", dice Madorylin Crawford, una de las más reconocidas transformistas de la ciudad, cuyo nombre es una mezcla de sus fuentes de admiración: Marilyn Monroe y Madonna.
Comenzó en los 90, cuando solamente se usaban vestidos largos e impuso la moda de los botines, la ropa corta y los ligueros, al estilo de Madonna. Ya lleva 20 años en el transformismo. "Cuando empecé, se imitaba a Sara Montiel, María Félix y Celia Cruz, y se escuchaban la balada y la ranchera de Karen Mitchel y la Lupe (otros dos transformistas)".
Cuando es Mario Fernando Urbano, su nombre de pila, se dedica a pintar cuadros y su especialidad son los desnudos. "Soy otra persona, no me afeito ni vivo a la moda, y entre tanto, Madorylin está en el baúl".
Hoy, junto con Roxana Miranda, a quien prepara como su sucesora, creó una casa para formar transformistas. A su 'casa de reinas', como la llama, puede acudir cualquiera, sin importar su sexualidad. "Tenemos a 38 personas apadrinadas y creo que hay que enseñarles que esto es más que canutillo y tacón".
Roxana Miranda es la heredera
Es aprendiz de Madorylin, tiene 27 años y antes de ser transformista estudiaba teología y filosofía en una comunidad religiosa pues quería ser sacerdote hasta que el delineador en los ojos delató su trabajo como transformista.
Se presentó por primera vez en el bar La Pantera Roja y, esa noche, ganó 1 millón de pesos. "Doblar una canción y posar en un escenario me pareció muy artístico. Como admiramos a las divas de la canción, nuestro vestuario está lleno de peluche y brillantes", dice.
Su estilo es ochenteno clásico y su fuerte son los tangos. Participó en la película Buscando a Miguel y su meta es darse a conocer en el mundo heterosexual por eso montó una 'casa de maquillaje para reinas' con su nombre Roxana Miranda.
Espera que la generación que viene vaya más allá de cantar y actuar. "Por ahora, estoy trabajando un proyecto de un corto de la versión travesti de Los Victorinos. Cuando lo decida, Roxana tendrá una muerte con estilo".
Cantante con alma llanera
A los 16 años, Alejandro Quintero decidió ser transformista y desde el comienzo se bautizó artísticamente Adela Ferrer, una mezcla entre Adela Noriega y Lupita Ferrer. Al comienzo, era conocida como 'la Shakira llanera', pues es hija del cantante de música llanera Hernán Quintero, quien es sobrino del fallecido barítono colombiano Carlos Julio Ramírez.
Al mismo tiempo que descubrió su homosexualidad, entró a estudiar al conservatorio de la Universidad Nacional. "Canto a viva voz (no hace mímica). Desde que era niño, lo aprendí a hacer porque estaba rodeada de artistas". Cuando pudo manejar los tacones, participó en eventos como La Espada de Ulises, en Cali, donde interpretó el popurrí llanero 'Yo soy Venezuela' de Nancy Ramos. Lleva 17 años cantando, ahora como travesti con silicona, y hace dos años fue aspirante al Concejo de Bogotá por la lista del Partido Verde Opción Centro.
Charlotte, 'La cubana'
Cuando Fidel Castro estaba al frente del Gobierno cubano, la homosexualidad se penalizaba, dice Charlotte Schneider Callejas, quien 18 años atrás vivía en La Habana y se llamaba Carlos Alejandro Díaz Martínez. "Uno tenía que ser macha o macha, no hembra en cuerpo de hombre. En la estación de Policía, me arrancaban la peluca, me echaban agua y algunos querían abusar sexualmente de mi", recuerda.
'La Popi', una popular transformista cubana, le enseñó a representar a Annia Linares y, con el tema A mi manera, se abrió paso en el género. "Ahora es diferente porque en Cuba no había recursos ni para usar tacones. Recuerdo que a los zapatos les echábamos pegante y vidrio molido para que brillaran y los vestidos los hacíamos de papel. Cuando llegué a Bogotá, ya existía una casa de transformistas con el nombre de Linda Lucía Callejas", dice.
'La Cubana', como la llaman, estudió bioquimica y se especializó en educación para la salud sexual. Asumió el rol activista en Latinoamérica, fue secretaria de la Asociación Internacional LGBT y consultora de Género y Diversidad de la Secretaría Distrital de Salud. Sorprendió a quienes pensaban que sólo podría ser prostituta o estilista, pues es la primera transformista en Colombia que logró un cargo público.
Gayshira, una nueva modelo
Cuando Shirley Anahy Liñan Osorio camina, los hombres voltean a mirarla, muy pocos se dan cuenta de que es un travesti. Esta costeña, que nació como hombre en Santa Marta, tiene el cuerpo curvilíneo que desearía cualquier mujer a los 23 años. Además, aprendió a bailar como Shakira y la imita como 'Gayshira' en el bar Theatron, de Bogotá.
"Mi papá quería que fuera una estrella de fútbol, me inscribió en una escuela y solamente fui dos días. En cambio, estaba en cuanta obra de teatro hacían en mi colegio". Ha sido Miss Teen , Chica Met y Miss Colombia Gay. "Mi mamá es de las que les muestra el álbum a las visitas, se sabe el nombre de los reinados y cuida todas las coronas".
Ahora, es la modelo oficial de la marca En los Tacones de Loretta, que lanzó un calzado con empeine y forma del pie especial para transgeneristas. "Me toca ir a desfiles, me regalaron botas y sandalias. En otra época, esto no sería posible, es otro 'show'".
MARGARITA BARRERO F.
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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