En Chapinero hay más de 75 establecimientos para LGBT.
La zona ya está acreditada y cuenta con negocios para todos los gustos y bolsillos. Su consolidación ayudó a valorizar el sector, como en las zonas rosa de capitales europeas.
Cavu es uno de los bares LGBT más lujosos de Bogotá y ofrece como atracción especial el show de Lupe.
Una fiesta de liberación. Un carnaval de la diversidad en donde cada quien puede ir con quien quiera y disfrutar a su estilo sin temor al qué dirán. Sin recriminaciones. Las luces de colores y la elegancia en el diseño están por todos los rincones de Cavu, uno de los bares LGBT más lujosos del norte de Bogotá.
Nadie entra sin ser requisado. No importa si se trata de un joven solitario y fornido que quiere conocer gente o del ejecutivo encorbatado que llega en compañía de su novio. En teoría, no hay restricción para el ingreso, pero se reservan el derecho de admisión.
Lo mismo ocurre en Chase, ubicado casi 30 cuadras al sur, en la calle 59 con carrera 8ª, en pleno corazón de eso que los bogotanos conocen como la zona gay de la ciudad. Allí hay más oferta de diversión para la población LGBT. Mientras Cavu está en solitario sobre la carrera 15, Chase tiene al lado bares como El perro y la calandria, dirigidos a un público no tan joven y hasta de menor ingreso económico, pero igualmente LGBT.
En esta zona, que pretende ser algún día como la famosa Chueca, de Madrid (España), la alcaldía local de Chapinero lanzó el viernes pasado un corredor de seguridad en el que hay 75 establecimientos LGBT registrados, la mayoría de ellos restaurantes, karaokes y bares.
Algunos abren desde el miércoles. Cuentan con parqueadero y servicio de taxi propio, y en todos es posible apreciar parejas de las más diversas tendencias. Hermosas rubias de 25 años con su novia de la misma edad o cincuentona. Negros, mestizos, extranjeros, universitarios, empleados públicos, mujeres con apariencia de hombre. Cada uno en su historia.
En Cavu el show travesti lo hace Lupe. En El perro y la calandria le corresponde a Mariana Falcón. Las dos piden un trago entre canción y canción. Ambas cuentan que son diseñadoras y una y otra son tratadas como verdaderas celebridades por sus públicos, que les toman fotos, le piden autógrafos y les regalan licor. Insisten en que no son prostitutas y que sólo se visten de mujer para el espectáculo nocturno de sus bares. Mariana cobra $150.000 por cada hora de música en el bar. Lupe gana tres veces esa cantidad. Su especialidad es la música de cantina. No cantan, hacen mímica.
Mientras Mariana finge cantar los temas de José Alfredo Jiménez, que inmortalizaron a Alicia Juárez, dos homosexuales se acercan al dueño del establecimiento para decirle que lo pueden hacer mejor o por menos plata. Hasta tienen más repertorio. Lupe no tiene ese problema. Lleva años ganando concursos en su especialidad y se siente segura de que nadie la superará.
Junto al Perro y la calandria está Harlem. Sólo entran mujeres. De vez en cuando se les ve salir a fumar en la calle. Andrés Lizarralde, coordinador de seguridad de la alcaldía local de Chapinero, las sigue con la mirada.
Las iluminadas calles del cuadrante son el paraíso de los gays, las lesbianas, los bisexuales y los transgénero. Se pueden tomar de la mano sin ser cuestionados por los transeúntes. Se sienten en un mundo aparte.
Falta compromiso
El abogado Germán Humberto Rincón Perfetti, activista LGBT, asegura que son pocos los gobernantes comprometidos con la igualdad de derechos para esa comunidad y sostiene que Luis Eduardo Garzón (en Bogotá), Sergio Fajardo (en Medellín) y Angelino Garzón (cuando era gobernador del Valle) fueron algunos de los funcionarios públicos que trabajaron “con grupos como el nuestro para hacer realidad las garantías contempladas en la Constitución Política”.
Comprometida
Marcela Sánchez se graduó hace 16 años como trabajadora social de la Universidad Nacional y desde entonces asumió la causa de la población LGBT, aunque sólo se decidió a salir del clóset dos años después, curiosamente en la marcha del orgullo gay. Lo hizo ante las cámaras del Noticiero AM/PM, convirtiéndose así en uno de los rostros más visibles de la comunidad. Dirige la ONG Colombia Diversa, que promueve la investigación en Derechos Humanos.
Aporte distrital
Olga Beatriz Gutiérrez es la directora del Instituto Distrital de Participación y coordina el proyecto para multiplicar en las demás localidades la experiencia del Centro Comunitario LGBT de Chapinero. “Vamos a contarle a la gente que existe la población LGBT, que hay una política pública para promover sus derechos y que no son anormales, que no están enfermos, y que le aportan muchísimo a la ciudad”. También promueve campañas sobre el tema en instituciones públicas y privadas.
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